sábado, 8 de octubre de 2016

El Trafico de Lima



 
 
Quien podría negar que el trafico de Lima es un problema, un verdadero dolor de cabeza y que puede malograr el día de cualquier persona.

Yo era una de esas personas, que a pesar de manejar tranquilo y respetar las leyes de tránsito, renegaba, gritaba e insultaba a los demás conductores, a esos que por tratar de sobrepasar un par de vehículos, manejan de manera temeraria, sin pensar o ser conscientes del malestar que le generan a los demás conductores, y no solo renegaba con ellos también lo hacía con algunos conductores de taxis o de transporte público, quienes detienen su vehículo en cualquier parte de la vía simplemente para intentar recoger pasajeros, sin importarles el semáforo o los demás vehículos detrás de ellos.

Ese comportamiento que para muchos es común, normal y razonable lo adopte de mi padre cuando era niño y viajaba de pasajero, también recuerdo haber visto peleas no solo de palabras sino algunas que llegaban hasta los puños.

Una vez casado mi esposa me hizo notar que ese comportamiento no me llevaba a nada bueno y que más bien me produciría en algún momento un daño, es así que inicio a tomar conciencia de que en realidad estaba malgastando mi energía y otorgándole el poder de la situación a agentes ajenos a mí.
El primer paso que opte, fue hacer un análisis y determinar cuál era la fuente de este comportamiento y me percaté que se basa en uno de los sentimientos más primitivos, la ira, y si el problema radica en un sentimiento, entonces es necesario desarrollar la inteligencia emocional.

El segundo paso es ser consciente y ante cualquier situación que me ocurra intentar mantener ese control emocional, si permito que mis sentimientos me dominen, pierdo ese control sobre mi mismo. En mi caso particular, la respiración también juega un papel importante en mi control, además de identificar los elementos físicos que ocurren en mi cuerpo que me alertan que la situación se podría descontrolar (por ejemplo, aprendi a reconocer que tengo una sensación de hormigueo que sube desde mi espina dorsal hacia mi cabeza) y es al sentir esa sensación que la respiración me permite regresar a la calma y no perder el control.
Hoy en día sigue sin gustarme manejar en el trafico y trato de transitar por calle menos congestionadas y en horarios con poca afluencia de vehículos, pero cuando es inevitable encontrarse con el tráfico, trato de salir con el tiempo necesario como para disfrutar el viaje, ver los alrededores y divertirme mirando cómo se desesperan los demás por avanzar y pierden el control. También me encuentro con aquellos que cruzan su vehículo delante del mío de manera intempestiva, bueno en esos casos, bajo la velocidad y los dejo pasar, no puedo saber cuál es su apuro o la situación por la que podría estar pasando, y no pierdo el control, tampoco deterioro mi salud dejándome llevar por la ira.

Así como en el tráfico uno puede perder el control en situaciones cotidianas, han escuchado alguna vez o conocen personas que han dicho cosas como:

Que mal me cae esa persona, ya me malogro el día
Mi jefe me tiene harto
Esa persona me estresa, cada vez que me habla me dan ganas de pegarle
Ya llego él o ella, ya se me quito el hambre
Es tan tonto que cada vez que hablo con él tengo la sensación que pierdo inteligencia
Si ella va a la reunión yo no voy
Esa persona me cae más espesa que avena de engrudo

Qué pasaría si esas personas que hacen que pierdas tu control toman consciencia de esa condición, ellos serian ahora los que tendrían el control sobre ti, ya que tu así lo permitiste.
Recuerda siempre que el único que realmente tiene el control en tu vida eres tú mismo, a menos que se lo empieces a entregar a los demás víctima del dominio de tus sentimientos.

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